Encarnemos el amor con caridad, como el amor se encarnó y: «habitó entre nosotros» (Jn 1,14).
A imagen y semejanza recuperemos el sentido, la dignidad y la humanidad de ser hijos del altísimo en la historia.
Ante el dolor, las injusticias, la pobreza, el mal, la muerte… Entreguemos el amor que nos encarno, el amor de Dios.
¿Cómo sería el progreso y los adelantos, si perdemos la humanidad?
¿Cómo transcender más allá si olvidamos ser humanos?