Soy responsable

Hoy comulgaré para llevar amor a quienes me rodeen

Señor, tú me das la responsabilidad. Soy responsable de decidir por un bien superior o por las bajezas mundanas. Soy responsable de salvar a mi prójimo o condenarlo. Soy responsable de ponerte mi Dios en primer lugar o de ser egoísta pensando sólo en mí. Soy responsable de mis acciones o de culpar al mundo de mis acciones.

Señor, eres el Amor encarnado, el verbo que habita entre nosotros, que nos busca con misericordia a pesar de nuestros errores, siempre buscando la oportunidad para compartir con nosotros tu gracia, tu paz y tu abundancia. Siempre atento a nuestras necesidades y a ayudarnos a multiplicar los dones que has puesto en nosotros.

Miro el mundo desesperanzado, cruel y egoísta. Perdón Señor po no anunciarles que tu vienes a nuestro encuentro. Perdón por hacerte a un lado y no reconocerte frente a los demás, por vivir el mundo y dejar de transformarlo con tu amor. Me he dejado enramar por las intrigas y no he propuesto desanudar con el amor los conflictos. Soy tu amor, somos tu amor y lloramos amargamente por nuestro destino.

Eres la fuente del amor que viene a nuestro encuentro, la palabra de esperanza, la tela nueva para remendar la vida de cada día. El vino añejo que se regocija en nuestro gusto por la vida. Sin embargo te olvido, ni siquiera tomo en cuenta tu opinión, tu dolor, tu sabiduría, tu paz, tu consuelo, la bienaventuranza de tu encuentro. Perdón por ser miserable contigo. Perdón por repetir oraciones sin reconocer que te estoy clamando, que te llamo, por decirlas rápidamente como si fueran limosna a ti, mi Señor que todo nos das.

Perdón y misericordia por darte el tiempo que me sobra, por extender tu amor con avaricia dando apenas una muestra de tu presencia a quienes me rodean. Perdona mi soberbia de creer que todo lo sé y olvidar consultar tu parecer y tu voluntad. Perdón por perder el santo hogar que me regalas a cambio de unas monedas de avaricia. Perdón por condenar a mi prójimo, a mis seres queridos, antes que ayudarlos a salvarse en tu voluntad, tu presencia y tu paz.

Gracias por insistir en estar con nosotros.¿ Cómo pagar tan grande bondad y misericordia? ¿Cómo agradecerte la paz, el amor, la sabiduría, la abundancia aún en la pobreza? Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma. Y siempre tienes la palabra de vida eterna, siempre el deseo de levantarnos de la tortura en que nos hemos empeñado por la falta de tu gracia, por olvidar negarnos a nosotros mismos, por pretender huir de nuestra cruz. Siempre quieres entrar en nuestra casa y ayudarnos a poner nuestra conciencia dispuesta a bendecir y amar, como tu nos creaste.

Tú nos regalaste la dignidad al encarnarte para vivir nuestra vida, padecer nuestro desprecio, morir y resucitar por nosotros. Por nosotros, porque tú nos haces dignos de todo ese amor que aún reina y se expande en el universo esperando entrar en nuestra conciencia. Tú nos haces dignos de la vida eterna y el gozo del cielo. Ayúdame a compartir tu amor, tu voluntad, tu paz, tu abundancia, tu compasión, tu salvación.

Ven Señor, soy responsable de abrirte la puerta y es lo que quiero: abrirte mi puerta para que se haga tu voluntad, para que reine el amor en nuestras vidas. Te lo pido en nombre de Jesucristo hijo tuyo, Señor nuestro, que como Espíritu Santo, tres personas en un solo Dios que continuas su pasión por nosotros, que extiende su amor en nosotros. Amen.

La Palabra de Dios

Lucas 5:33-39

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.» Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.» Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: «Está bueno el añejo.»»