El rosario es una expresión de amor de la iglesia

El rosario es una celebración comunitaria de la iglesia, donde encarnamos al espíritu Santo, pues se une el Padre Nuestro con la Santísima Virgen María.

  • Deja que el Espíritu Santo ilumine tu espíritu, tu Amor, pues el Amor de Dios es el Espíritu Santo y el Amor de Dios está en nosotros, como también nosotros estamos en el Amor de Dios.
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Con el rosario unimos nuestro amor temporal al Amor universal, eterno y perfecto. Pues si en el tiempo está la eternidad y en la eternidad está el tiempo, siempre tendremos la eternidad en un instante del tiempo, que mejor que vivir el tiempo en la eternidad. De la misma forma, Dios es Amor, es eterno y perfecto, somos expresión de su Amor, es la fuente del Amor pleno y eterno y en el tiempo está la eternidad y en cada instante del tiempo está la plenitud del Amor. Y el Espíritu Santo es el Amor del Padre Nuestro en Cristo. Es el Amor que une a Cristo con la humanidad de la Santísima Virgen María, y con ella Cristo une a la humanidad en el Amor del Espíritu Santo del Padre Nuestro, de todo lo visible e invisible, Padre de Nuestra humanidad.

El rosario es una expresión del amor humano que reconoce el Amor de Padre Nuestro unido a la humanidad con la Santísima Virgen, con la encarnación del Amor del Espíritu Santo en Cristo. En el rosario se une el amor humano y el Amor eterno. El Amor eterno vence a la muerte, es el origen, el camino y el destino del amor humano. El Amor no muere, ni se acaba. se oculta en nuestra consciencia cuando nos gobierna nuestro pensamiento y el resentimiento, el temor o el dominio de la sensualidad terrenal. Pues nuestra consciencia sin el espíritu, solo descubre las muestras temporales del Amor eterno. Antes que llegara la mente, la emoción y el cuerpo, el espíritu fue concebido. El Amor está presente en la eternidad y después de que abandonemos el tiempo.

El Amor de Dios es el Espíritu Santo y el Espíritu Santo se encarna en nuestra presencia en el tiempo. Somos expresión del Amor de Dios, somos su Amor sembrado en esta tierra para dar frutos de Amor. Acaso se siembra una semilla de manzana esperando cosechar mango. De la misma manera el Señor que nos crea y nos cria, al sembrarnos como semillas de amor espera cosechar amor. El rosario es una celebración que cultiva el Amor etreno en el amor humano.

Eres un Amor y tu vocación es amar pues tienes el Espíritu del Amor que te anima, te llama y busca expresarse en donde está presente, en este tiempo y ante culquier adversidad.

Eres un Amor, no por tus méritos, el Amor es tu origen, tu camino y tu destino. Amar es tu misión de Amor. Al Amar encarnas la voluntad del Padre Nuestro. El rosario es una celebración del Amor para Amar. Amar es unirse a la plenitud y la eternidad para compartirte, crear y criar, estar presente para hacer un nosotros con la Santísima Virgen, con lo visible e invisible, con el Padre Nuestro.

Al Amar a Dios sobre todas las cosas nos miramos en Él y a Él en nosotros, somos uno en el Amor y nos compartimos con Él y Él se comparte con nosotros, crea y cría con nosotros, está presente para ser Padre nuestro. Amar al Padre Nuestro que está presente en todas las cosas y en nuestro prójimo y en ti y en mi, Amar al Padre nuestro es reconocer el Amor que nos une, nos crea y cría, está presente en ti para que te ames y en tu prójimo para amarlo al unir y compartir, crear y criar, al estar presente en mi, como yo en mi prójimo. Pues la presencia eterna es el Amor.

La presencia eterna es el Padre Nuestro, el Padre es en el hijo y el hijo está presente en el Padre, unidos por el Espíritu Santo del Padre Nuestro en nuestro espíritu. El espiritues el Amor que nos une y nos hace presentes. En el rosario nuestro espíritu gobierna la consciencia con el ruego de nuestra madre, la Santisima Virgen. Y podemos descubrir que en el Amor estamos unimos y presentes en la crianza y la creación,

El rosario es Santo porque es la celebración del Amor vivo y en nosotros. Pues el Amor esta eternamente vivo y presente en la creación, no muere, pues si el Amor muriera, el espíritu no estaría presente. Tu eres amor del Amor. Tu projimo también es amor del Amor. Eres amor del Padre Nuestro, es amor del Padre Nuestro que siempre es presente.

Celebra con el Santo rosario el Amor. Si tu mente, tus emociones, tu cuerpo, el decir de la gente, la imaginación o los sueños te obstruyen, te muestran separado de tu projimo, complican unirte y compartirte con tu projimo, estar presente en él y tu estar presente en él. Si te cuesta trabajo dar el paso de amarlo o amarte. Celebra con el Santo rosario el Amor. Haz como en el baile, por pie firme en el Amor de Dios para dar el paso de amar a tu projimo y aceptar el amor en ti, para aceptar que eres amor encarnado y amar es lo que en verdad puedes hacer.

Al poner pie firme en el Amor de Dios aceptas a quien está en ti y que tu estás en el Amor del Padre Nuestro. Así es natural unirte en su Amor a tu projimo y a ti.

La mente no celebra el Amor eterno, pues es un instrumento del tiempo, gobierna, mide, razona, pero también juzga y separa, si la mente no tiene el gobierno de tu espíritu de Amor, condena y se pierde la libertad y sin libertad no es expresión de Amor, pues el Amor es la verdad que nos hace libres, en un juicio el Amor es misericordia y compasión. En el Santo Rosario detenemos nuestra mente con las invocaciones constantes para meditar presenciando los misterios de Jesús entre nostros.

Las emociones no celebra el Amor eterno, pues son fieles guardias de la memoria del tiempo y así como acercan, alejan. Y la experiencia en la memoria nos lleva por acciones que buscan salvar las amenazas del tiempo. Pero tambien guardan los resentimientos y rencores, y alimentan los temores. Pues las emociones son sentimientos del tiempo que, sin el gobierno de tu espíritu de Amor, confunden el rumbo y el camino, algunas veces llegan hasta paralizar. El Amor es el camino que corrige el rumbo con el perdón, sin el perdón las bendiciones del Amor están ocultas. Unir y compartir el camino parece imposible. Sin Amor, se busca la ausencia en la presencia. Y el presente está oculto con el pasado y los temores del futuro. Al celebrar el Santo Rosario respirando suavemente, como las olas del mar calmo llegando a la playa, unido a las invocaciones, detenemos nuestras emociones y nuestro espíritu nos entrega primero la Paz, desde donde podemos contemplar los frutos del Amor y tal vez la presencia plena del Amor.

El cuerpo es el templo del espíritu, pero es el espíritu el que celebra el Amor eterno. En el templo es donde se encarnan las obras del espíritu. El cuerpo es el polvo terrenal que sostiene el espíritu, con el cuerpo se toca el mundo del tiempo, las sensaciones sensibles, que se expresa en contacto, en movimientos de cada particula, célula, organo y el cuerpo que viaja en el tiempo, en el cuerpo se reconoce enfermedad, carencia, hambre, sed, y . Pero si el templo gobierna al espíritu. Será sólo el marco que recibe los reflejos, las imagenes, la fascinación expresada en las sensaciones químicas y físicas. Ni las palabras, ni el canto seran alabanzas. El templo contien la vida del Amor que lo creo. El cuerpo necesita de la vida plena del Amor. Al celebrar el Santo Rosario en una posición cómoda, tal vez sentado con la espalda recta y las plantas de los pies bien apoyadas. o bien, caminando suavemente plantando cada paso. O recostado en la cama… de cualquier forma que el cuerpo no estorbe el tiempo de la celebración del Santo Rosario para presenciar la paz del Amor.

En la celebración del Santo rosario, que tu espíritu gobierne tu mente, emociones, tu cuerpo, el decir de la gente, la imaginación, los sueños. Retírate a celebrar, cierra la puerta y deja que el Espíritu Santo ilumine tu espíritu, tu Amor, pues el Amor de Dios es el Espíritu Santo y el Amor de Dios está en nosotros, como también nosotros estamos en el Amor de Dios.

El rosario es una celebración comunitaria de la iglesia, donde encarnamos al Espíritu Santo, pues se une el Padre Nuestro con la Santísima Virgen María.

Medita la pasión de Cristo

«Tu sufrimiento salva». Es uno de los beneficios de meditar la pasión de Cristo. Acepta y comprende tu sufrimiento como parte de tu vida, mira a la luz de la Pasión del Señor y de la purificación de nuestro amor a Dios y a los hombres.

Misión Guadalupe Río de Amor nos envió el siguiente escrito que compartimos con todos los misioneros en Misión de Amor.

El místico del siglo XIV, fray Enrique Susón, dominico alemán. Nos entrega textos muy relevantes en la historia de la espiritualidad con el Diálogo de la Eterna Sabiduría. Sobre los beneficios de meditar la pasión de Cristo

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La hora de la misericordia, durante la Cuaresma 2021

sacred heart of jesus painting with brown frame

“Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y, especialmente, para los pobres pecadores, ya que en ese momento, se abrió de par en par para cada alma”

En esta hora puedes obtener todo lo que pidas para ti o para los demás. En esta hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia

(Diario, Santa Faustina, 1572).

Esta cuaresma, déjate guiar en la hora de la misericordia del viacrucis con Santa Faustina. Suavemente sumérgete en la Hora de la Misericordia, haz tu petición y escucha las palabras que le dice el Señor que te dice: “En esta hora puedes obtener todo lo que pidas para ti o para los demás. En esta hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia”

Procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan tus deberes; y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi Corazón que está lleno de misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante. Sumérgete alma mía en el Vía crucis y déjate guiar por las palabras de Santa Faustina que contemplaba la presencia de Jesucristo nuestro Señor. Cierra la puerta que te conecte con alguna distracción mundana. Descubre la presencia de nuestro Señor Jesucristo en el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.

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Continúa tu transformación

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR 2020

¡Quédate en casa!

Este domingo de Ramos descubre que el Señor está contigo, recíbelo con las palmas de tu corazón y deja que te hable en oración. Haz el siguiente ritual hecho para que lo vivas en el templo de tu hogar. Alza las palmas, abre la puerta, mira como entra triunfante el Señor.

Descarga o sigue la guía en linea.

Agradecemos a la Parroquia de la Emperatriz de América (Madre nuestra Santa María de Guadalupe) que nos guíen en este Domingo de Ramos de esta cuaresma 2020, para hacer brillar el templo de nuestro hogar donde habita nuestro Señor Jesús.

Domingo-de-Ramos-en-casa

¿Cómo para vivir la Semana Santa (2020) en tu hogar con la familia?

¡Quédate en casa!

El Sr. Arzobispo de la Arquidiócesis de Durango, Monseñor Faustino Armendáriz tuvo a bien preparar las recomendaciones para vivir los días santos en familia. Puedes descargarla haciendo click en el enlace

O leerla en línea a continuación.

Queridos fieles, les saludo, esperando que todos se encuentren con
bien en este tiempo de emergencia sanitaria. Ya con anterioridad, he
dado algunas indicaciones a los sacerdotes de la Arquidiócesis (Prot.
15/2020), de cómo vivir la Semana Santa en esta situación de
contingencia; de igual modo, los he invitado a todos ustedes, a que
con el gesto penitencial del ayuno y el rezo del santo rosario en los
días santos de la Pascua (Prot. 17/2020), imploremos al Señor su
compasión y perdón.


En esta ocasión, pensando en cada una de las familias, he querido
poner a disposición este subsidio que les permita prepararse y
celebrar mejor la Pascua del Señor desde sus hogares. Es pues, una
herramienta valiosísima, que seguramente les será de ayuda. Sin
embargo, es importante subrayar, que dicho material no sustituye los
Oficios de la Semana Santa que son transmitidos por televisión o
redes sociales.


Finalmente, los exhorto, a que como Iglesia Doméstica, puedan
experimentar un encuentro personal con un Cristo muerto y
resucitado. Deseo, vivamente, que estas celebraciones formen en
ustedes un corazón de discípulos y misioneros, dispuestos a anunciar
la Alegría del Evangelio.
Que María Santísima, Reina de los Apóstoles, les acompañe, como lo
hizo con ellos, en estos días santos.


Dado en la ciudad episcopal de Durango, Dgo., a 01 de Abril de 2020.
Año Jubilar Diocesano.
+Faustino Armendáriz Jiménez
Arzobispo de Durango

Recomendaciones-para-las-familias-en-Semana-Santa-2020.pdf

Vigilia al Padre en Jesús con el Espíritu Santo

TODOS: En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

JEFE DE TURNO: En esta oración ante la imagen del Padre en Jesús, queremos prepararnos a recibir y disponernos a cooperar con la gracia divina que emana del misterio pascual de Cristo, con el Espíritu Santo, de quien reciben su poder todos los sacramentos y sacramentales» (Catecismo de la IC, 1670).

Sigue leyendo «Vigilia al Padre en Jesús con el Espíritu Santo»

Señor, por tu dolorosa pasión ten misericordia.

Señor, Si he de proclamar mi fe, mi esperanza y mi Amor en ti, que eres el Padre Nuestro encarnado en Jesucristo por el Espíritu Santo en la Santísima Virgen. También reconozco que me has llamado y me has bautizado para ser tu cuerpo místico me compartes tu reino y reino contigo. Por el Agua de mi bautizo recibo tu sacerdocio en mi sacerdocio y bendigo, en nombre de tu Santa Trinidad, el agua, los alimentos, el día, el lugar y a las personas. Me compartes tu Espíritu Santo y soy profeta que proclama desde mi espíritu tu Espíritu Santo.

Soy expresión de tu Amor y Amor es lo que en verdad puedo dar. Amor es el camino que puedo continuar. Amor es la vida que puedo entregar. Soy uno en ti y en ti somos hijos del Padre Nuestro con el Espíritu Santo. Somos tu Amor para darle Amor a la vida y, como tu, dar la vida por Amor,

Recordad tu Pasión es más que conmover a nuestro corazón con la gratitud por tu sacrificio, es el tiempo de seguir tus pasos, de enfrentar el temor, de aceptar la voluntad del Padre, de abrazar nuestra cruz y resucitar en la vida y seguir como Dios Manda.

Tus pasos son nuestra guía y te confieso mis errores y debilidades, sé mi fortaleza en mi espíritu:

Ignoré tu deseo de unirnos para celebrar y compartir la Pascua en la Santa Misa.

Dejé de reconocer que te entregas en cuerpo, sangre y divinidad para ser nuestro aliado.

Te traicioné a cambio de orgullo, soberbia, por unas monedas y placeres.

Tu estás entre nosotros como el que sirve y quise que me sirvieras, ser más grande, sin comportarme como el menor, y gobernar, sin ser servidor.

Desprecié la realeza que nos conferiste de ser Hijos del Padre Nuestro.

Estaba dispuesto a ir contigo a donde fuera y te negué

No te reconocí entre los malechores y los pecadores.

No te invoque en oración ante la tentación.

«Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».

En la angustia y la desesperación hice mi voluntad

Preferí dormir que orar, para no caer en la tentación».

Te entregue a cambio de un beso.

Use la violencia olvidando tu voluntad

Te traté como ladrón de mi tiempo y mi vida.

Te niego tantas veces: “no te conozco”, “no soy tu seguidor”, “No siento Amor”.

Para creerte, te pido que hagas mi voluntad.

Si me respondes, no te creo que eres el Hijo de Dios

Eres Rey de reyes y te ordeno como mi si fueras mi Sirviente.

Si tu enseñanza va contra mi juicio, te expulso de mi conciencia

Dejo que las leyes y gobernantes guíen mi fe sobre ti

Si no me respondes te desprecio y pongo en ridículo

Actúo huyendo de mis temores y no para acercarme a tu Amor

Oh Mis Señor me rehúso a abrazar mi cruz y tu la cargas conmigo.

Me lamento de mi dolor humano y no reconozco tu Dolor Divino por que no compartimos tu Amor.

Me escandalizo que estés con malhechores

«Padre, perdónanos, porque no sabemos lo que hacemos».

Preferimos las vestiduras que mirar tu Espíritu Santo

Continuamos ofendiendo tu amor burlándonos de tu misericordia

No atendemos tu sufrimiento, ni tememos contrariarte.

Tú, con nosotros sufres la misma pena.

«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino».

Y al reconocerte y pedir tu misericordia tu nos dices «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»

¿Qué hemos hecho con tu Amor?

Vienes a nuestra vida ¿Como te recibo?

Perdón Señor, por no aceptar y entregar tu Amor entre Nosotros, con mi familia, mis vecinos, la gente que pones en mi camino día a día.

En la verdad soy libre

Señor necesito escucharte y alzarme sobre el ruido:

Concentrarme en el silencio profundo, sin distraerme, preocuparme o pensar que hay algo más importante que estar contigo. Quiero sentir tu presencia en lo más intimo de mi ser, como río de agua viva que corre en mi espíritu para alimentar mi vida.

  • Dios mío. Necesito Escucharte.
  • Quiero darme cuenta cuando trates de decirme algo
  • Quiero darme cuenta de tu consejo y tu corrección
  • Líbrame de mis preocupaciones, para estar atento a tu presencia de amor

Hoy quiero abrazar tu amor en mi cruz, al liberarme con el perdón de todos aquellos errores que cometí, que te ofenden al lastimar tu creación y a mi prójimo como a mi mismo. Pues todos somos uno en tu creación.

Pasión de Nuestro Señor según San Lucas

(22,14-71.23,1-56)

Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo:

«He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios».

Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomen y compártanla entre ustedes.

Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios».

Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».

Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.

La mano del traidor está sobre la mesa, junto a mí.

Porque el Hijo del hombre va por el camino que le ha sido señalado, pero ¡ay de aquel que lo va a entregar!».

Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el que iba a hacer eso.

Y surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande.

Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores.

Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor.

Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.

Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas.

Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí.

Y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo,

pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos».

«Señor, le dijo Pedro, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte».

Pero Jesús replicó: «Yo te aseguro, Pedro, que hoy, antes que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces».

Después les dijo: «Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalia, ¿les faltó alguna cosa?».

«Nada», respondieron. El agregó: «Pero ahora el que tenga una bolsa, que la lleve; el que tenga una alforja, que la lleve también; y el que no tenga espada, que venda su manto para comprar una.

Porque les aseguro que debe cumplirse en mí esta palabra de la Escritura: Fue contado entre los malhechores. Ya llega a su fin todo lo que se refiere a mí».

«Señor, le dijeron, aquí hay dos espadas». El les respondió: «Basta».

En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos.

Cuando llegaron, les dijo: «Oren, para no caer en la tentación».

Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba:

«Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».

Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba.

En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo.

Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza.

Jesús les dijo: «¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación».

Todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba Judas, uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo.

Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?».

Los que estaban con Jesús, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: «Señor, ¿usamos la espada?».

Y uno de ellos hirió con su espada al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha.

Pero Jesús dijo: «Dejen, ya está». Y tocándole la oreja, lo curó.

Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: «¿Soy acaso un ladrón para que vengan con espadas y palos?

Todos los días estaba con ustedes en el Templo y no me arrestaron. Pero esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas».

Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote. Pedro lo seguía de lejos.

Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor de él y Pedro se sentó entre ellos.

Una sirvienta que lo vio junto al fuego, lo miró fijamente y dijo: «Este también estaba con él».

Pedro lo negó, diciendo: «Mujer, no lo conozco».

Poco después, otro lo vio y dijo: «Tú también eres uno de aquellos». Pero Pedro respondió: «No, hombre, no lo soy».

Alrededor de una hora más tarde, otro insistió, diciendo: «No hay duda de que este hombre estaba con él; además, él también es galileo».

«Hombre, dijo Pedro, no sé lo que dices». En ese momento, cuando todavía estaba hablando, cantó el gallo.

El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro. Este recordó las palabras que el Señor le había dicho: «Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces».

Y saliendo afuera, lloró amargamente.

Los hombres que custodiaban a Jesús lo ultrajaban y lo golpeaban; y tapándole el rostro, le decían: «Profetiza, ¿quién te golpeó?».

Y proferían contra él toda clase de insultos.

Cuando amaneció, se reunió el Consejo de los ancianos del pueblo, junto con los sumos sacerdotes y los escribas. Llevaron a Jesús ante el tribunal

y le dijeron: «Dinos si eres el Mesías». El les dijo: «Si yo les respondo, ustedes no me creerán, y si los interrogo, no me responderán.

Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentará a la derecha de Dios todopoderoso».

Todos preguntaron: «¿Entonces eres el Hijo de Dios?». Jesús respondió: «Tienen razón, yo lo soy».

Ellos dijeron: «¿Acaso necesitamos otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca».

Después se levantó toda la asamblea y lo llevaron ante Pilato.

Y comenzaron a acusarlo, diciendo: «Hemos encontrado a este hombre incitando a nuestro pueblo a la rebelión, impidiéndole pagar los impuestos al Emperador y pretendiendo ser el rey Mesías».

Pilato lo interrogó, diciendo: «¿Eres tú el rey de los judíos?». «Tú lo dices», le respondió Jesús.

Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la multitud: «No encuentro en este hombre ningún motivo de condena».

Pero ellos insistían: «Subleva al pueblo con su enseñanza en toda la Judea. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí».

Al oír esto, Pilato preguntó si ese hombre era galileo.

Y habiéndose asegurado de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió. En esos días, también Herodes se encontraba en Jerusalén.

Herodes se alegró mucho al ver a Jesús. Hacía tiempo que deseaba verlo, por lo que había oído decir de él, y esperaba que hiciera algún prodigio en su presencia.

Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió nada.

Entre tanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí y lo acusaban con vehemencia.

Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato.

Y ese mismo día, Herodes y Pilato, que estaban enemistados, se hicieron amigos.

Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, y les dijo: «Ustedes me han traído a este hombre, acusándolo de incitar al pueblo a la rebelión. Pero yo lo interrogué delante de ustedes y no encontré ningún motivo de condena en los cargos de que lo acusan; ni tampoco Herodes, ya que él lo ha devuelto a este tribunal. Como ven, este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte.

Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad».

Pero la multitud comenzó a gritar: «¡Qué muera este hombre! ¡Suéltanos a Barrabás!».

A Barrabás lo habían encarcelado por una sedición que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio.

Pilato volvió a dirigirles la palabra con la intención de poner en libertad a Jesús.

Pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».

Por tercera vez les dijo: «¿Qué mal ha hecho este hombre? No encuentro en él nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad».

Pero ellos insistían a gritos, reclamando que fuera crucificado, y el griterío se hacía cada vez más violento.

Al fin, Pilato resolvió acceder al pedido del pueblo.

Dejó en libertad al que ellos pedían, al que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y a Jesús lo entregó al arbitrio de ellos.

Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.

Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.

Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.

Porque se acerca el tiempo en que se dirá: ¡Felices las estériles, felices los senos que no concibieron y los pechos que no amamantaron!

Entonces se dirá a las montañas: ¡Caigan sobre nosotros!, y a los cerros: ¡Sepúltennos!

Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?».

Con él llevaban también a otros dos malhechores, para ser ejecutados.

Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: «Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!».

También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: «Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!».

Sobre su cabeza había una inscripción: «Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?

Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo».

Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino».

El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.

El velo del Templo se rasgó por el medio.

Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró.

Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: «Realmente este hombre era un justo».

Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho.

Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido.

Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo, que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.

Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.

Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado.

Era el día de la Preparación, y ya comenzaba el sábado.

Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José, observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado.

Después regresaron y prepararon los bálsamos y perfumes, pero el sábado observaron el descanso que prescribía la Ley.

Hojita dominical del 14 de abril del 2019

La Palabra. Domingo de Ramos, 2019

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Responsable: Juan Manuel D’Acosta L.
Consejero terapeuta en Misión de Amor.
Consulta por cel/Whatsap +52 1 734-1295-201

Oración en la Pasión de Cristo

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  • «Vive hasta perder el aliento y vive en el aliento del Amor»

Señor, vives siempre y no pierdes el aliento, eres aliento en mi vida. Tu pasión continúa, te miro en tantas ocasiones mostrándome el ánimo, tu Amor se extiende y renueva cuando te contemplo, cuando te miro en mi prójimo y te acepto en mí. Sigue leyendo «Oración en la Pasión de Cristo»